Este sábado último, como todos los sábados, hemos tenido una boda. Boda cuyo último invitado no se recogió hasta las 4 de la madrugada. Llegan a la recepción los novios acompañados de unos amigos. Mientras la novia me preguntaba la posibilidad de subir bebida a la habitación (cuya respuesta era negativa, no porque estuviera prohibido, sino porque no había ya servicio de habitaciones a esas horas), dos de los amigos estaban jugando con uno de los carros porta-maletas (a los que les tuve que llamar la atención).
Finalmente suben a la habitación (todos). Durante un rato oí barullo y subí, y estaban todos hablando en el pasillo. Les dije que no se podian quedar hablando en el pasillo y que se fueran a las habitaciones. Al momento de encontrarme con ellos, descubro que dos de ellos estaban fumando, y les recuerdo que no se puede fumar. Finalmente se van todos a la habitación de los novios. Cuando veo que la puerta se cierra, bajo a la recepción.
Poco después oigo de nuevo algo de barullo (más suave que la vez anterior) y subo de nuevo. Al asomarme al pasillo que iba hacia la habitación de los novios, me encuentro con una de las amigas en el resquicio de la puerta que da a la escalera de servicios, como hablando con alguien. Cuando llego, me encuentro al resto de amigos (esta vez, sin novios), hablando, fumando... Y COMIENDO. Sí, comiendo de los restos de una bandeja de room service que no se pudo recoger a tiempo. De nuevo les llamo la atención y les recuerdo que no se puede fumar. Y ahora es cuando viene la anécdota, ya que otra amiga (que estaba fumando) me responde:
- Pero aquí no hay moqueta.
- No, señorita. No se puede fumar DENTRO de todo el hotel.