Gran momento, amigos míos. Qué gran momento (nótese el sarcasmo).
A eso de las 00:30 de la madrugada llega un matrimonio con dos hijos adolescentes (14 años). Efectivamente, tenían reserva hecha. Pido documentación. Me la entregan. Todo correcto. Cuando le devuelvo el DNI al padre, éste se me queda mirando. Yo, con el brazo extendido, el DNI en la mano.
- Déjalo en el mostrador. No me gusta coger las cosas directamente de la gente (El recepcionista teme que el cliente esté algo "tocao del ala")
Dejo el DNI en el mostrado de la recepción sin problema y sigo con la burocracia y el papeleo del check-in. Me preguntan un par de cosas más (algún sitio para comer algo y un evento que días más tarde se iba a celebrar en el hotel y que teníamos folletos en el mostrador). Entrego la llave y suben a la habitación.
Hasta aquí, todo correcto. Hasta que al poco baja el hombre hecho una furia
- ¿Cómo tienes el hotel hoy?
- ¿Perdón? (El recepcionista queda perplejo ante la pregunta y el tono de voz del cliente)
- Si tienes habitaciones libres.
(El recpecionista comienza a pensar que ha pasado algo con la habitación)
- Si, tengo habitaciones libres.
- ¿Y teniendo habitaciones libres me das ésta?
- Disculpe, caballero, pero las habitaciones se asignan el día antes y...
- Pues me vas a dar una habitación buena. Y con vistas a la piscina porque mañana vamos a pasar el día en la piscina. Y saldremos tarde porque así lo hemos hablado cuando hicimos la reserva (el reepcionista mira la reserva y no pone nada de que salgan más tarde de la hora). Y si alguien te pide de comer fuera, la ciudad estará cerrada para ti porque no tienes recursos. Tú no vales para trabajar en hoteles. Mañana vas a estar en la puta calle. Y me caes mal porque sí.
(Gracias señor. Yo también le quiero)
Al día siguiente, el hombre no pasó por recepción en todo el día. Sólo una vez, y porque es necesario para ir al salón del desayuno (y, según me contaron, tratando de esconderse).
Y esto es a lo que nos enfrentamos los recepcionistas muchas veces: gente que si ven algo que no les gusta (lo que sea, incluso siendo una nimiedad que se puede solucionar al momento), montan el gran escándalo, conm gritos, golpes y amenazas. No ven que es más fácil pedirlo de buenas maneras, con un "por favor" al principio y final de la petición. Nosotros no tenemos la culpa de que las vacaciones te sienten mal. La próxima vez, te quedas en tu casa. O, mejor aún, te pones cinco minutos a mi lado del mostrador y ya me cuentas. Con gente como este hombre se te quitan las ganas y la ilusión de este trabajo.
PD: Si vendes una escopeta, llámame 555-1234
jueves, 10 de septiembre de 2015
lunes, 20 de julio de 2015
19/07/2015
Dos anécdotas pequeñitas de esa noche:
A las 4:00 de la madrugada aparece una pareja con dos niños pequeños. Tenían reserva en el hotel, por supuesto, y les pido los DNI. La mujer no sabía si lo había traído o no.
- No se preocupe, me vale el carné de conducir, o el pasaporte. Algún documento que la identifique.
-Voy al coche, a ver si lo tengo allí.
La mujer sale y, para hacer tiempo, voy tomando los datos del marido, el cual me dice:
-Me parece muy mal que mi mujer tenga que ir al coche a las cuatro de la mañana a por el bolso.
-Disculpe señor, pero en todos los hoteles del mundo siempre se pide la documentación de todos los que se van a alojar en la habitación.
- Aquí fichándonos como si fuésemos delincuentes y los verdaderos criminales, los políticos, andan sueltos por la calle como si nada.
Y yo pensando: ¡PERO ESTO A QUÉ VIENE!
Finalmente, la señora sí que traía el DNI y todos tan felices.
El segundo suceso fue algo más tarde, a eso de las seis de la mañana. Entra una pareja de novios. Pero novios de los que se acaban de casar, con traje y todo.
-Buenos días. Tenemos una reserva.
-¿A nombre de quién?
- Fulanito
(El recepcionista busca el nombre, pero no aparace en el sistema)
- Disculpe, pero no me aparece la reserva. ¿No estará a nombre de otra persona?
- Menganita.
- Tampoco lo tengo a ese nombre... Con un tercer nombre no estará, ¿verdad?
- No
- ¿Me permite la confirmación de la reserva, por favor?
Y el novio saca el móvil. Buscando en el mail, encuentra la confirmación (por internet). Efectivamente, entraba ese día (bueno, el día antes, el 18) pero, al buscar en el sistema el número de reserva, descubro que está cancelada en nuestro sistema. Busco la reserva en papel para saber el motivo y resulta que la tarjeta que dio no era válida. Así se hizo saber a la web por la que hizo la reserva, la cual avisa al momento al cliente de que tiene que dar otra tarjeta. Al no recibir respuesta pasados varios días, y tras varias veces intentando ponernos en contacto directo con el cliente sin resultado, acabamos cancelando la reserva. Así se lo expliqué al cliente, acabando con:
-La cancelación le tuvo que haber llegado al correo.
(El cliente revisa su correo)
-Sí, aquí está.
Y se tuvieron que ir a otro hotel, porque nosotros, además, esa noche estábamos llenos. No teníamos ninguna habitación libre.
Y por eso, amiguitos, yo siempre reviso el correo, por lo menos, una vez al día.
A las 4:00 de la madrugada aparece una pareja con dos niños pequeños. Tenían reserva en el hotel, por supuesto, y les pido los DNI. La mujer no sabía si lo había traído o no.
- No se preocupe, me vale el carné de conducir, o el pasaporte. Algún documento que la identifique.
-Voy al coche, a ver si lo tengo allí.
La mujer sale y, para hacer tiempo, voy tomando los datos del marido, el cual me dice:
-Me parece muy mal que mi mujer tenga que ir al coche a las cuatro de la mañana a por el bolso.
-Disculpe señor, pero en todos los hoteles del mundo siempre se pide la documentación de todos los que se van a alojar en la habitación.
- Aquí fichándonos como si fuésemos delincuentes y los verdaderos criminales, los políticos, andan sueltos por la calle como si nada.
Y yo pensando: ¡PERO ESTO A QUÉ VIENE!
Finalmente, la señora sí que traía el DNI y todos tan felices.
El segundo suceso fue algo más tarde, a eso de las seis de la mañana. Entra una pareja de novios. Pero novios de los que se acaban de casar, con traje y todo.
-Buenos días. Tenemos una reserva.
-¿A nombre de quién?
- Fulanito
(El recepcionista busca el nombre, pero no aparace en el sistema)
- Disculpe, pero no me aparece la reserva. ¿No estará a nombre de otra persona?
- Menganita.
- Tampoco lo tengo a ese nombre... Con un tercer nombre no estará, ¿verdad?
- No
- ¿Me permite la confirmación de la reserva, por favor?
Y el novio saca el móvil. Buscando en el mail, encuentra la confirmación (por internet). Efectivamente, entraba ese día (bueno, el día antes, el 18) pero, al buscar en el sistema el número de reserva, descubro que está cancelada en nuestro sistema. Busco la reserva en papel para saber el motivo y resulta que la tarjeta que dio no era válida. Así se hizo saber a la web por la que hizo la reserva, la cual avisa al momento al cliente de que tiene que dar otra tarjeta. Al no recibir respuesta pasados varios días, y tras varias veces intentando ponernos en contacto directo con el cliente sin resultado, acabamos cancelando la reserva. Así se lo expliqué al cliente, acabando con:
-La cancelación le tuvo que haber llegado al correo.
(El cliente revisa su correo)
-Sí, aquí está.
Y se tuvieron que ir a otro hotel, porque nosotros, además, esa noche estábamos llenos. No teníamos ninguna habitación libre.
Y por eso, amiguitos, yo siempre reviso el correo, por lo menos, una vez al día.
viernes, 20 de marzo de 2015
"FLIPYS" DE LA VIDA
Buenas... ¿Se pued*cof cof* Madre mía, qué de polvo hay en este blog. Claro, hace un año que no entro... Pero, si me permitís un momento que lo decente... *lo limpia*
Vale, ya está más presentable... ¡Hola y bienvenidos al renacimiento de este blog! ¿Me echábais de menos? Algunos seguro que sí. Y sí, tengo anécdota nueva, nada que ver con las anteriores (que se han repetido alguna durante este tiempo de inactividad).
Remontémonos a la noche del sábado pasado (14 de marzo). Al poco de empezar mi turno (a eso de las doce y media o una de la madrugada) llegan dos jóvenes (rondando la treintena) y se me acercan al mostrador de recepción. Uno de ellos, que ya venía bastante "leído" (como dice YellowMellow) y cojeando, me empieza a acosar a preguntas sobre nuestro SPA. Yo le respondo como buenamente puedo. El amigo (que se le notaba con mejor cara) se lo lleva al ascensor para subir a la habitación. Cuando suben oigo un gran ruido, como de algo de cristal rompiéndose. Como tengo el hall apagado de luces, y la cafetería al lado, pensé que un camarero (que estaban recogiendo ya para irse) se habría tropezado y vasos/botellas/loquesea por el suelo. Al asomarme, no hay nadie, y no hay nada roto, pero oigo murmullos encima de mí. Levanto la cabeza (en la zona de la cafetería, que es el hall del hotel, tenemos una zona no techada y se ven los pasillos de los pisos superiores) y veo a mi amigo el cojo metiéndose por el pasillo de la segunda planta, en dirección a las habitaciones. Lo primero que pensé fue "estos dos se han tropezaso y se han cargado un jarrón" (de los que adornan los pasillos). Subo a la segunda planta y en cuanto llego veo bastante humo. Me acerco (empezando a temer el origen del humo) y, sí, habían abierto un extintor. Y cuál es mi sorpresa al llegar a ese extintor que veo el suelo lleno de cristales. De una botella. Uno más uno, dos: los muy gañanes intentaron llenar una botella con el extintor.
Lo más divertido de todo es que el cojo era un novio que estaba de despedida de soltero. Ganas de dieron de coger los trozos de cristal y ponérselos en la misma puerta para que nada más abrirla por la mañana... ZAS
Vale, ya está más presentable... ¡Hola y bienvenidos al renacimiento de este blog! ¿Me echábais de menos? Algunos seguro que sí. Y sí, tengo anécdota nueva, nada que ver con las anteriores (que se han repetido alguna durante este tiempo de inactividad).
Remontémonos a la noche del sábado pasado (14 de marzo). Al poco de empezar mi turno (a eso de las doce y media o una de la madrugada) llegan dos jóvenes (rondando la treintena) y se me acercan al mostrador de recepción. Uno de ellos, que ya venía bastante "leído" (como dice YellowMellow) y cojeando, me empieza a acosar a preguntas sobre nuestro SPA. Yo le respondo como buenamente puedo. El amigo (que se le notaba con mejor cara) se lo lleva al ascensor para subir a la habitación. Cuando suben oigo un gran ruido, como de algo de cristal rompiéndose. Como tengo el hall apagado de luces, y la cafetería al lado, pensé que un camarero (que estaban recogiendo ya para irse) se habría tropezado y vasos/botellas/loquesea por el suelo. Al asomarme, no hay nadie, y no hay nada roto, pero oigo murmullos encima de mí. Levanto la cabeza (en la zona de la cafetería, que es el hall del hotel, tenemos una zona no techada y se ven los pasillos de los pisos superiores) y veo a mi amigo el cojo metiéndose por el pasillo de la segunda planta, en dirección a las habitaciones. Lo primero que pensé fue "estos dos se han tropezaso y se han cargado un jarrón" (de los que adornan los pasillos). Subo a la segunda planta y en cuanto llego veo bastante humo. Me acerco (empezando a temer el origen del humo) y, sí, habían abierto un extintor. Y cuál es mi sorpresa al llegar a ese extintor que veo el suelo lleno de cristales. De una botella. Uno más uno, dos: los muy gañanes intentaron llenar una botella con el extintor.
Lo más divertido de todo es que el cojo era un novio que estaba de despedida de soltero. Ganas de dieron de coger los trozos de cristal y ponérselos en la misma puerta para que nada más abrirla por la mañana... ZAS
Suscribirse a:
Entradas (Atom)