1:30 de la noche. Llega un pequeño grupo de gente (10 personas) y suben a las habitaciones. Al poco baja una de las mujeres.
- Mire, que nosotros teníamos dos tarjetas para la habitación. Una nos la llevamos nosotros y la otra la dejamos en la habitación para dejar encendido el aire acondicionado y que la habitación estuviera fresca al volver, pero ya no está la tarjeta.
- ¿A qué hora se fueron? (Pensando que, si se fueron por la mañana, alguna de las camareras de pisos haya cogido la tarjeta tras hacer la habitación pensando que era de ella).
- Ha sido ahora. Que salimos a cenar.
Os podéis imaginar mi cara de alucinación.
- Eso es muy extraño, señora. Es imposible que nadie entrara en su habitación. (Y la explico lo de antes). ¿Seguro que dejaron la tarjeta en la habitación? Porque a lo mejor alguno de ustedes la cogió sin saberlo.
Bueno, que así siguió la cosa, tratando de explicarle que es imposible que nadie entrara en su habitación. La mujer termina por medio aceptar las disculpas y la explicación y se va, pero al momento baja el marido, con la misma música, y yo volviendo otra vez a la explicación.
- Gracias a Dios que no se han llevado nada y está todo en su sitio.
- Eso es lo importante.
- Pero míreme esto. Porque tiene que haber sido alguien del hotel.
Y yo continúo con mi retahíla. El hombre, finalmente, se va a la habitación. Pero aquí no acaba la cosa, ya que al poco me llaman a la recepción.
- Buenas noches, disculpe, soy de la habitación esta, que he estado antes abajo con usted. Que ya hemos encontrado la tarjeta. ESTABA EN EL SUELO.
sábado, 28 de julio de 2012
domingo, 22 de julio de 2012
TROMPETAS Y TROMPAS
¡Cuánto tiempo, ¿no?! La verdad, iba a actualizar con una visita que tuvimos la semana pasada al hotel, pero como era el Getafe C.F., pues no sabía si actualizar o no, ya que ya vino el año pasado. Pero voy a actualizar con uno de los peores momentos que he vivido hasta ahora. Os pongo en antecedentes: sábado. Y como es sábado, había boda. ¡BO-DA! La única palabra que si se la susurras a cualquier persona, ten por seguro que si huye gritando despavorido, esa persona es recepcionista de hotel. La cosa es que esta boda se celebraba en el edificio contiguo al nuestro, provisto de salones preparados para acoger eventos de este tipo. La cosa es que estuvieron en un salón de la planta baja, con terracita y todo. Eso sí, lo más cerca del hotel a ser posible (era justo pared con pared con el hotel). Pues entre fuegos artificales que tiraron y que uno de los invitados quiso hacer gala de sus dotes musicales con una trompeta, así estuve las cuatro primeras horas de mi turno hasta que aparece un caballero en la recepción, pidiendo la hoja de reclamaciones.
- Disculpe, caballero, por las molestias, pero se trata de una boda, que ya ha terminado, y los invitados ya están siendo alojados (a todo esto, la trompeta venga tararí por aquí, venga tarará por allá).
- ¿Cree usted que un hotel como este se puede permitir esto?
- Nosotros no sabíamos que los invitados iban a traer instrumentos musicales.
Pero nada, le di la hoja de reclamaciones y se la llevó a la habitación. Entonces yo fui a la terraza de la boda y les pedí que dejaran ya la trompeta y el tambor (sí, hijos míos, sí, vinieron con el lote completo), que eran casi las 4 de la mañana (miento, las tres y media pasadas) y que no eran horas. Y entre una invitada que me dijo que dónde ponía cuándo eran y no eran horas y otros que se ponían a cantar yo ya me harté y les dije que un cliente ya se había quejado, y que como se me quejara otro, llamaría a la policía, ¡y se me enfrentan! Vamos a ver, señores: ustedes llevan bebiendo desde la tarde. No creo que estén en condiciones de tener una discusión conmigo. Yo lo que hice fue irme al final, ya que no había manera de hacerles comprender. Por lo menos se fueron poco después, con la música a otra parte. No sin antes llamarme "pijero" ¿Pijero, yo? ¿Por decirles que las tres y media de la madrugada no son horas de ponerse a tocar una trompeta? Cuando tengas una murga dale que te pego debajo de tu ventana toda la noche mientras intentas dormir, ya veremos quién es el pijero aquí.
Cuando llegaron los novios a la habitación, estuve por hacerles sabedores de lo ocurrido, pero, mirad, yo ya pasaba del tema, ya que el mal trago no me lo quitaba nadie, y si pensaba en ello, me enfadaba más.
- Disculpe, caballero, por las molestias, pero se trata de una boda, que ya ha terminado, y los invitados ya están siendo alojados (a todo esto, la trompeta venga tararí por aquí, venga tarará por allá).
- ¿Cree usted que un hotel como este se puede permitir esto?
- Nosotros no sabíamos que los invitados iban a traer instrumentos musicales.
Pero nada, le di la hoja de reclamaciones y se la llevó a la habitación. Entonces yo fui a la terraza de la boda y les pedí que dejaran ya la trompeta y el tambor (sí, hijos míos, sí, vinieron con el lote completo), que eran casi las 4 de la mañana (miento, las tres y media pasadas) y que no eran horas. Y entre una invitada que me dijo que dónde ponía cuándo eran y no eran horas y otros que se ponían a cantar yo ya me harté y les dije que un cliente ya se había quejado, y que como se me quejara otro, llamaría a la policía, ¡y se me enfrentan! Vamos a ver, señores: ustedes llevan bebiendo desde la tarde. No creo que estén en condiciones de tener una discusión conmigo. Yo lo que hice fue irme al final, ya que no había manera de hacerles comprender. Por lo menos se fueron poco después, con la música a otra parte. No sin antes llamarme "pijero" ¿Pijero, yo? ¿Por decirles que las tres y media de la madrugada no son horas de ponerse a tocar una trompeta? Cuando tengas una murga dale que te pego debajo de tu ventana toda la noche mientras intentas dormir, ya veremos quién es el pijero aquí.
Cuando llegaron los novios a la habitación, estuve por hacerles sabedores de lo ocurrido, pero, mirad, yo ya pasaba del tema, ya que el mal trago no me lo quitaba nadie, y si pensaba en ello, me enfadaba más.
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