Doce y media de la noche. Llegada de una pareja.
-Buenas noches. Tenemos una reserva.
-¿A nombre de..?
-Señor XXX
Efectivamente, era la llegada que faltaba por venir ese día. El proceso del checkin procede como siempre, pidiendo datos a los clientes, pasándolos al ordenador, imprimiendo la tarjeta y preparando la llave de la habitación. Se le informa de horarios del hotel y dónde queda la habitación.
La pareja sube a la habitación, pero al momento él baja a recepción.
-¿Por qué no va la llave? (creo que no he explicado que nuestras llaves son tarjetas electrónicas, no sé si me explico). Por cierto, todo esto desde la escalera que sube a las habitaciones, enfrente de la recepción.
- Disculpe, caballero. Ahora mismo le hago otra llave,- el recepcionista, raudo, prepara una nueva llave de la habitación.
- No. Quiero que me explique por qué no funciona la llave.
- Quizá la tuviera junto al móvil o las llaves electrónicas del coche o... Pero ahora mismo le hago otra, no se preocupe.
- Pues no pienso volver a la habitación, que está muy lejos.
- No se preocupe, que yo le acompaño.
Durante el "viaje" a la habitación, el cliente no para de sermonear al recepcionista. Llegan a la puerta de la habitación y el recepcionista prueba antes la llave del cliente (efectivamente, no abre) y prueba la suya (abre la puerta). Se la entrega al cliente, quedándose luego con la del cliente.
-Pues mañana pienso poner una hoja de reclamaciones.
Finalmente no la puso, seguramente porque no se acordaría. Por la resaca y tal.
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