Como ya estamos en fechas, pues ya es normal ir viendo día sí y día también las cenas de empresa de Navidad. Este fin de semana hemos tenido bastantes en el restaurante del hotel: concretamente, el viernes tuvimos hasta cinco a la vez (!). Yo ya me estaba concienciando de la larga noche que me iba a esperar (sobre todo de una de las cenas, la única que tenía hora de cierre.... ¡a las 5 de la mañana!), pero cuál fue mi sorpresa que, efectivamente acabó a las cinco, pero se portaron muy bien (yo califico así a los grupos que NO me dan la murga) :P
En concreto, esta cena tenía prevista la intervención de un monologuista, y cuál fue mi sorpresa al ver quién era:
Pues sí, era Leo Harlem. Y aquí se hizo la foto con mis compañeros del restaurante. Salen guapos, ¿a que sí?
En fin, que la cena y todo muy bien. Lamentablemente no puedo decir lo mismo de la cena del día siguiente, a cargo de otro grupo. Aquí también había hora de cierre: las cuatro, pero no se fueron hasta media hora después. Bueno, se les perdona... excepto lo que me hicieron cuatro de ellos. Atención, que, aunque parezca broma, ocurrió de verdad:
Primero, para que os hagáis un poco a la ídea, delante de la recepción tenemos los ascensores y la escalera que suben a las habitación de los pisos altos, y al lado de la recepción hay una puerta que comunica, mediante un pequeño pasillo, con la zona de los restaurantes. Pues bien, de repente se abre la puerta y veo a cuatro personas salir corriendo escaleras arriba. Yo me salgo de la recepción para llamarles la atención cuando veo salir por la puerta del pasillo humo. Lo primero que pensé (fijándome en las risas de estos cuatro individuos) es que el humo podría ser de una bomba de humo o de un hielo seco. Y cuál es mi sorpresa al asomarme que el extintor que hay nada más pasar la puerta tenía la manguerita abierta y se oía perfectamente cómo se escapaba el aire de la bombona. Aparte de que estaba todo el suelo cubierto del polvillo blanco del extintor.
Entonces me subo para recriminarles lo que hicieron, pero al llegar al piso donde estaban aún riéndose de lo que acababan de hacer, paso de largo. Así soy yo, un cobarde. Pero me quedé con la habitación de uno de ellos, y, ¿sabéis qué? ¡Que era el jefe del grupo! Y no era un grupo de jóvenes, no, sino que eran personas que su edad ya empezaba por cuatro.
Si no me hubiera acobardado, seguro que la escena habría sido tal que así:
Yo: Muy divertido, ¿no?
Grupito: ¿Perdón?
Yo: Que muy divertido lo que acaban de hacer con el extintor. Pues más divertido sería si ocurriera un incendio en el hotel, vayamos a usar ese extintor y, ¡oh, sorpresa!, está vacío. ¡Pero ustedes sugan riendo! Que más gracia les va a hacer cuando el director del hotel quiera hablar con ustedes a primera hora (y aquí me habría dado la vuelta y bajando la escalera a la recepción. Seguro que el jefe del grupo se volvería todo indignado y me diría:)
¡Usted no tiene por qué hablarnos así!
Yo: Yo no le hablo de ninguna manera, tan sólo actúo según las circunstancias. ¿Que hay un cliente majo, simpático, agradable? Yo le contesto con la sonrisa en los labios. ¿Que el cliente es antipático, arrogante y maleducado? Yo le respondo de la misma manera.
Grupito: ¡Ahora mismo quiero la hoja de reclamaciones!
Yo: Y está en todo su derecho, no se lo voy a negar. Si quiere, me puede acompañar a la recepción para rellenar una hoja, pero, ¿qué va a reclamar? ¿Que se le recriminara por usar un extintor sin permiso?
Pero me alegro de no haber hecho nada, no sea que se liara parda.
Y así terminé aquel sábado, con un mal humor en todo mi ser.
Y ahora, domingo, estoy de mucho mejor humor, sobre todo por la cena de empresa, de MI empresa, que los hoteles también tenemos derecho a celebrar nuestras cenas de Navidad, ¿no? Lo único malo es que me toca currar esta noche, pero bueno, casi mejor, porque, a decir verdad, yo no soy muy fiesterio que digamos, y si llegara a librar, antes de las 3 ya estaría en mi casa durmiendo (cosa normal, por otra parte, ya que mis compañeros se fueron a esa hora).
Y ya sabéis vosotros, cuidado con la bebida y el coche. Y si bebéis, coged un taxi.
Y me despido ya hasta otra entrada, que, si la cosa va bien, será antes de fin de año, ya que me toca currar en Nochebuena y Navidad (librando Nochevieja y Año Nuevo) :P Lo malo es que me toca hacer esas dos noches turnos de 12 horas, pero bueno, a ver cómo lo soporto.
Feliz Navidad y, por si acaso, Feliz Año Nuevo!!!!
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