Hoy os cuento una cosa que le ha pasado a una compañera, pero que, aun así, es digno de mencionarse. Veréis: la historia es la siguiente: llega un cliente a la recepción pidiendo la hoja de reclamaciones, así, sin anestesia ni nada. ¿Por qué? Porque quería la cena gratis, porque era amigo de la familia. La compañera lidiando con el cliente hasta que consiguió que no rellenara la hoja. Y así quedó la cosa hasta el día siguiente, que vuelve el mismo cliente, a la misma compañera, y dice:
- Oye, perdona por lo de ayer, pero es que era una broma....
¿Una broma....? ¿Una broma? ¡¡¡¿¿¿UNA BROMAAAA???!!! ¡Mira cómo me río! Ja, ja, ja. Para usted habrá sido supergracioso, pero a nosotros no nos ha hecho ni puñetera gracia. ¿Qué tal si me presento yo, no sé, en una frutería y le digo al frutero que por culpa de una manzana que me vendió ayer se ha muerto mi padre, y luego le digo que es una broma? Si es hay gente que se pasa....
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